Desde el Diaro de Los Andes publican este interesante artículo:
Construyamos la tolerancia
La tolerancia es una palabra tan importante como la palabra vida o amor. Y no es precisamente porque esté constituida por un número mayor de letras, sino por lo que precisa para su realización, sobre todo, frente a la coyuntura política y social que vivimos como ciudadanos de un país que ofrece grandes posibilidades, y que lamentablemente, en algunos casos, desperdiciamos por dejarnos llevar por nuestros prejuicios y diferencias.
Ciertamente cada ser humano, cada hombre, cada mujer, cada niño, cada anciano, responde a su experiencia vital, la que se obtiene desde que tenemos conciencia hasta el momento de la muerte. Somos hijos de la experiencia, nuestra conciencia ciudadana es el resultado de nuestras interacciones, discusiones, de nuestras diferentes formas de razonar ante las vicisitudes que la vida nos ofrece día a día.
Así como cada ser humano tiene su propia huella digital, su mente configura una manera única de razonar. Nadie puede saber con exactitud lo que el otro piensa. Cada individuo es dueño de un perfil, una dinámica intelectual, una manera única de sentir y traducir la experiencia de la vida.
Causa gracia aquellas personas que clasifican a los seres humanos, por diferencias raciales, por color de piel, posición socioeconómica. Circunstancias que de una u otra forma nos hacen actuar de una manera, pero que no pueden considerarse determinantes en nuestra humanidad.
Nacemos para ser parte de un mundo plural, abierto, libre. Nuestra mente, nuestra imaginación nos diferencian de los demás seres vivos con los que compartimos la vida sobre el planeta. En su libro El valor de Educar, el filósofo español Fernando Savater, nos explica que " los demás seres vivos nacen ya siendo lo que definitivamente son, lo que irremediablemente van a ser pase lo que pase, mientras que de los humanos lo más que parece prudente decir es que nacemos para la humanidad."
Así pues, en cierta forma dependemos de los demás, de la sociedad en la que nos ha tocado crecer, ser y sentir. Esta aseveración es innegable; un hecho estudiado por gran cantidad de filósofos, pedagogos y sociólogos. Si nacemos en Japón, sin duda la cultura japonesa irá moldeando nuestro punto de vista ante la vida, aprenderemos un idioma específico, asimilaremos normas precisas, actuaremos conforme a una conducta constituida al paso de los años, en la historia de la humanidad.
Entonces ¿por qué actuar de manera tan absurda, cual náufragos solitarios de islas lejanas, sin ver en el que está a nuestro lado, eso que compartimos, aquellos puntos coincidentes? Como venezolanos, podemos sortear muchas diferencias, si nos detenemos a reflexionar en cuanto a estos planteamientos. Lamentablemente, el tema político, por ejemplo, en vez de ser un espacio de inflexión y de discusiones sanas y productivas, se ha convertido en detonante de rencillas, separaciones, odios, intolerancia.
El hecho de que pensemos diferente, no implica que no pertenezcamos al mismo mundo de contradicciones y esperanzas al que amanecemos, no implica que no nos ilumine el mismo sol, que no respiremos el mismo aire. Es hora de construir la tolerancia, poco a poco, con ternura y fe; dejar de lado los sentimientos destructivos, definitivamente. Aún queda mucho tiempo, no sigamos tirándolo por la borda.
Sacado del link: http://diariodelosandes.com/content/view/132258/105841/
2 comentarios:
Vale la pena discutir y hablar de tolerancia. Tal vez en algún momento podamos llegar a un concenso y, por lo menos, intentar vivir más tranquilamente.
Escribí un artículo sobre algunas cosas que han pasado en Estados Unidos. Con lo globalizado que anda el mundo, espero que estas sean anomalías y no normas.
http://siustedesmelopermiten.blogspot.com/2010/10/mondo-crudele.html
Juan agradesco su aporte y colaboración sorbe este tema, ahoirita lor evisaré, gracias...
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