El mes con más 'swing'
Colombia por estos días comienza a tener un aire a Nueva Orleans. Festivales de jazz en las principales ciudades con invitados foráneos de renombre y una asistencia aceptable de público le permitirían a un turista pensar que este género tiene una acogida importante en el país. Pero otra sería la impresión si viniera en otro momento, cuando el jazz pasa a un segundo plano en la oferta cultural y concentra su actividad en espacios y circuitos alternativos. De este contraste surge la pregunta por el presente del jazz más allá de la euforia de septiembre. ¿Qué está pasando con los grupos nacionales? ¿Cuáles son los espacios? ¿Qué pasa con el público?
Respecto a la primera pregunta, hay consenso sobre una renovación de la escena del jazz en Colombia. A esta percepción la respaldan los 15 discos de agrupaciones locales que se han producido este año, algo impensable hace una década. "Hay mucha actividad creativa, gente proponiendo cosas nuevas. El jazz hoy se está pensando desde varias orillas: la tradicional, la música colombiana, el rock y el latin jazz. Ya hay sonidos propios en Bogotá, cosas que suenan a esta ciudad", asegura el periodista especializado Luis Daniel Vega. En esto coincide Ricardo Gallo, destacado compositor y pianista de la llamada nueva generación: "Hace 15 años, los que se dedicaban al jazz se podían contar con los dedos de la mano. Ahora hay más propuestas". Pero el optimismo en torno a la producción y al talento disminuye cuando se llega al público y a los escenarios, tema que poco ha cambiado en los últimos 15 años. "El público del jazz es absolutamente circunstancial. Solo aparece en septiembre", afirma Vega. Alejandro Forero, director de Distritofónica, colectivo bogotano dedicado a promover nuevas propuestas del género, cree que a festivales como el del Teatro Libre de Bogotá asiste gente "que espera los eventos grandes para disfrutar de un concierto de jazz". Forero compara este auge anual del jazz con lo que ocurre con el teatro y su Festival Iberoamericano,.
Como en un círculo vicioso, al tema del público está ligado el de los escenarios. Cuando terminan los festivales, los escenarios del jazz se reducen a unos pocos bares y a espacios como la sala Oriol Rangel en Bogotá o el teatro Salamandra en Cali. La falta de escenarios más visibles que se la jueguen por una programación constante de jazz es un reclamo frecuente de músicos y aficionados. Para Gallo, "falta el esfuerzo de alguien que quiera abrir un espacio, crear una programación frecuente, consecuente con las nuevas propuestas que se están gestando para que estas entren en contacto con un posible, creciente y latente público".
Frente a la pregunta de por qué el jazz en Colombia no ha logrado conquistar a un público más amplio surgen varias explicaciones con tinte de reclamo. Una tiene que ver con los prejuicios que todavía hoy carga el género. Entre ellos está el de creer que se trata de una música culta, para eruditos, que requiere un mínimo de conocimientos para poder disfrutarla. En el otro extremo, muchos ubican al jazz como música a la que se recurre solo para ambientar eventos sociales.
Otra explicación remite a una cierta preferencia del público y también de algunos organizadores de festivales por los intérpretes extranjeros. El gancho para atraer público es siempre un artista de afuera mientras que a los grupos locales se les suele asignar el opaco rol de teloneros. Esto hace que, como lo señala Gallo, "los festivales no necesariamente reflejen lo que está sucediendo". La razón de esto pasa porque "la manera como se manejan los espacios para los músicos invitados de afuera y para los de acá es diferente". Sobre este tema, uno de los músicos con mayor trayectoria en el país, Antonio Arnedo, opina que si bien es importante que vengan músicos de afuera, "lo que no es positivo es que no se les haga acompañamiento a los músicos colombianos, no es suficiente darles la oportunidad de ser teloneros. Tienen que ser actores principales en la programación". A esto, Vega añade: "Hay festivales que ni siquiera programan colombianos y cuando lo hacen les pagan menos".
Por último, está el tema de la seguridad que, aunque de entrada sorprenda, sí impide que en muchas ciudades tenga lugar una actividad con un circuito de bares que ofrezcan una programación que invite a una rotación permanente de público, característica de las ciudades en las que el jazz es protagonista de su vida cultural.
Ideas para que la actividad jazzística de septiembre no sea flor de un mes y que además logre formar nuevos públicos, para generar así un impacto positivo en la escena local, no faltan. Arnedo sugiere seguir el ejemplo de ciudades como Montreal, donde "la programación del año se guía por el festival, lo que causa un efecto acumulativo para que cuando llega ese momento ya la gente tenga una mejor relación con lo que va a pasar". Arnedo también considera importante que a la hora de definir la programación de un festival exista un consenso con los músicos locales. Que los festivales sean gratuitos es otra fórmula que, sobre todo en el caso de Ajazzgo, el festival de Cali, parece funcionar. Diego Pombo, su director artístico, hace énfasis en cómo en este festival, "la gente va en masa a ver grupos con propuestas vanguardistas. Son propuestas con rítmicas complejas, pero esto no importa, el público igual se concentra, aplaude, lo disfruta y queda a la expectativa del festival del año que viene".
Es evidente que la actividad del jazz en Colombia no se limita a septiembre, pese a que solo en este mes logra ser visible para el gran público. Si se quiere evitar esto, es importante que los eventos, que ya han recorrido con sobrados méritos un camino difícil, logren una mayor sintonía con la actividad cotidiana del género, mediante una programación regular concertada con los músicos. Este sería un paso importante para lograr acabar con el fundado prejuicio de que el jazz es música de una minoría que se asoma solo una vez al año.
Los imperdibles
- Blind Boys of Alabama (Estados Unidos), Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, Bogotá, 4 de septiembre, 8 p.m., Festival de Jazz del Teatro Libre.
- Medeski, Martin and Wood (Estados Unidos), Auditorio León de Greiff, Bogotá, 9 de septiembre, 8 p.m., Festival de Jazz del Teatro Libre.
- Ricardo Gallo cuarteto, Nicolás Ospina trío, Francisco ‘Pacho’ Dávila y Juan Sebastián Monsalve trío, Jazz al Parque, Bogotá, Parque Metropolitano El Country, 11 y 12 de septiembre.
- Mario Canonge (Martinica), Teatro Amira de la Rosa, Barranquilla, 8 de septiembre, 8 p.m., Barranquijazz. Jazz al Parque, Bogotá, Parque Metropolitano El Country, 11 de septiembre.
- Jon Faddis y su cuarteto (Estados Unidos), Teatro Municipal, Cali, 8 de septiembre, Ajazzgo. Teatro Amira de la Rosa, Barranquilla, 11 de septiembre, 8 p.m., Barranquijazz.
- Hermeto Pascoal (Brasil), Teatro Municipal, Cali, 10 de septiembre, 8 p.m., Ajazzgo. Jazz al Parque, Bogotá, Parque Metropolitano El Country, 12 de septiembre.
- Sherry Williams con la Orquesta Filarmónica de Cali. Dirección: David Mackenzie, Teatro Municipal, jueves 2 de septiembre, 8 p.m., Ajazzgo.
Sacado del link: http://www.semana.com/noticias-cultura/mes-swing/143682.aspx
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