5 de marzo de 2011

Noticia: El Calvario de Mompox: población está incomunicada tras inundaciones

Desde El Tiempo de Colombia publican esta noticia:

El Calvario de Mompox: población está incomunicada tras inundaciones

La temporada de diciembre fue un fiasco y temen que en Semana Santa tampoco lleguen los turistas.

La histórica isla que el Libertador visitó nueve veces y a la que Gabo rinde tributo en sus novelas, está incomunicada.
En el año 1564, la Real Audiencia dictó una orden que con el transcurso del tiempo se revelaría como lógica: el traslado de Mompox a otras tierras más seguras, libres de las catástrofes fluviales. Querían proteger a las prestantes familias españolas que allí vivían de las continuas crecidas del Magdalena. Por alguna razón que desconocemos, porque no dejaron constancia de ello, desobedecieron el mandato y desde entonces la hermosa ciudad, Patrimonio de la Humanidad, emprendió su particular y enconada guerra contra la Naturaleza.

"El río ha sido su vida y su karma", afirma Álvaro Castro, director de la Escuela Taller de Mompox, quien recuerda que guardan registros de inundaciones desde 1576. Es indudable que el Magdalena y las tierras cenagosas marcaron su historia y fueron fuente de progreso y esplendores, como también de tragedias.

Pero en nuestros días, la desidia estatal y la corrupción son plagas tan perjudiciales para la villa colonial como las arremetidas de las aguas. Porque la isla que visitó nueve veces el Libertador y de la que exclamaría: "Si a Caracas debo la vida, a Mompox debo la gloria", y que García Márquez rememora en El amor en los tiempos del cólera, entre otras obras, vive hoy prácticamente incomunicada.

Por eso un puñado de vecinos lanza una angustiosa voz de alarma. Si no construyen ya mismo el puente militar prometido en Talaigua Nuevo, en el punto donde el río se tragó literalmente la carretera, en diciembre pasado, perderán la Semana Santa, su temporada reina, y esto arruinará los sectores que mantienen viva una de las escasas joyas coloniales de Colombia.

Hay tres vías terrestres para llegar a Mompox, puesto que la fluvial, la natural, origen de su glorioso pasado, es marginal, anecdótica, debido a la falta de visión de los gobiernos nacionales. Quienes vienen del interior, viajan por El Banco (Magdalena), por una trocha indecente, apta para audaces. Peor está la que enlaza con Bosconia (Cesar), solo para tractores.

Y la ruta principal, tanto para carga como para viajeros, procedente de Magangué (Bolívar), es otro calvario. Vehículos particulares y camiones solían cruzar el Magdalena en un ferry hasta La Bodega, un puerto cochambroso, como los habituales en las riberas de la Colombia rural. Después, seguían por carretera hasta Talaigua Nuevo. Pero el río se comió la bancada y dejó un enorme boquete.

Como en esos lugares los habitantes, con buen criterio, desconfían de la eficacia de los gobernantes, enseguida hicieron un tambaleante puente de tablones de madera para que cruzaran a pie quienes arriban a La Bodega a bordo de pequeñas canoas, donde apiñan entre doce y quince pasajeros.

Hace unos días lo desmontaron y dieron paso a un camino edificado casi a ras del agua, sobre bultos de arena, que difícilmente resistirá los embates de los próximos diluvios. Por eso el ferry sigue anclado en Magangué, aguardando una solución segura.

Unos kilómetros más adelante, en Cicuco, hay que atravesar un puente estrechado en ambos extremos para evitar que circulen vehículos pesados. Lo hicieron con carácter provisional hace más de un año, tras caerse el que había en otra creciente. Hay unos pocos obreros trabajando en la construcción de cuatro pilares, suficiente para que los lugareños conserven la esperanza, tantas veces defraudada, de verlo terminado en unos meses.

"Ya perdimos las temporadas de diciembre y enero. La ocupación hotelera fue de solo el 8 por ciento. Si no instalan en Talaigua Nuevo el puente militar para que pasen los carros y puedan venir familias por el ferry, será la ruina de todos", señala María Bernarda Palomino, gerente del Hostal Doña Manuela.

La mujer quiere tanto a su pueblo y confía de tal manera en su atractivo turístico y en su pujanza, que formó una cooperativa con antiguos empleados con el fin de salvar la mansión solariega del siglo XVII, convertida en hostal cuando el Estado, que era el propietario, quiso cerrarla. Pero conservar una edificación de más de tres siglos, en medio de un clima hostil, con calores asfixiantes, lluvias torrenciales y una vegetación agresiva, requiere no solo un esfuerzo titánico, sino fondos que no tienen.

"El decreto de enero del 2011, que excluye de pagos de los servicios públicos domiciliarios a damnificados de estratos 1 y 2, no incluye al sector comercial y nosotros necesitamos alivios por los meses de la catástrofe -indica-. En lugar de eso, el recibo de la luz nos llegó más alto, y eso que no tuvimos clientes. Hay que pensar que seguimos invirtiendo en mantener el hostal, porque si no, se caería y se nos metería la maleza".

Desde Antioquia y las regiones costeras reciben, por la vía de Magangué, cuando hay ferry, buena parte de los turistas que acuden a presenciar su peculiar Semana Santa. A diferencia de la solemne que celebra Popayán, la de Mompox es única, con un sincretismo entre la religión católica y las tradiciones indígenas, con rituales y música propios.

"Aquí todo el mundo carga los pasos. Hay cofradías, pero la gente rasa, la que tira machete, está en las procesiones -explica Gustavo Díaz, secretario de Turismo-. Las consecuencias de la ola invernal son una catástrofe para Mompox y la única alternativa se llama Semana Santa".

Tanto los renombrados orfebres como el gremio de ebanistas o de herreros, también están preocupados por el incierto futuro, no solo por la ausencia de turistas sino, además, por el transporte de sus manufacturas. "Para Mompox sería muy grave una Semana Santa como diciembre pasado, colapsaría la artesanía", advierte Magalys Romero, dueña de la joyería que lleva su nombre de pila. Los visitantes que llegan en sus carros son los buenos clientes porque los mochileros que arriban en las canoas "no compran nada", agrega.

Por la ausencia de vías tampoco pueden aprovechar el tirón que tiene la "ilustre villa" entre los extranjeros que viajan a Cartagena a distintos eventos. En la última edición del Hay Festival, algunos quisieron seguir el ejemplo de Eusebio Leal, el respetado historiador de La Habana (que siempre repetía que "no se quería morir sin conocer Mompox" y cumplió su sueño hace cinco años), pero les fue imposible porque no había vías y alquilar un avión resultaba muy costoso.

Preservar el legado histórico y cultural de la villa y romper su aislamiento, no será barato, como predijo el ingeniero español Vicente Talledo quien, el siglo XIX, aconsejó su traslado. "Si ya decidimos quedarnos, tenemos que luchar todos por conservarlo", sentencia el director de la Escuela Taller.

Fuente: El Tiempo: http://www.eltiempo.com/colombia/caribe/calvario-de-mompox-por-estar-incomunicada-tras-inundaciones_8950532-4

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