20 de noviembre de 2010

Noticia: Novela japonesa de hace mil años, por fin en español

Desde El Tiempo de Colombia publican esta noticia:

Novela japonesa de hace mil años, por fin en español

Murasaki Shikibu, una mujer nipona del siglo décimo, nos legó 'La novela de Genji'.

Probablemente, esta historia de mil páginas, compuesta por Murasaki Shikibu, una mujer de hace diez siglos, sea la novela psicológica más antigua del mundo, pues se anticipa, por siglos, a la novela de Occidente

Pero, ¿qué contiene, para que Marguerite Yourcenar haya afirmado que no se ha escrito nada mejor en ninguna literatura? Todo: saga familiar, cuadros de costumbres, cotilleos de alcoba, meollos psicológicos, episodios heroicos, escenas eróticas hasta para regalar; más de cuatrocientos cincuenta personajes, casi ochocientos waka o poemas de treinta y una sílabas, y, sobre todo, la mejor crónica de que se pueda disponer sobre la historia y la sociedad del Japón medieval. Su tema central es la vida y los amoríos del príncipe Hiraku Genji, ideal del cortesano del periodo heian, al tiempo que describe con riqueza la cultura cortesana de la época.

A pesar de que Genji monogatari (que es el título original) es la obra que más estudios ha suscitado en el mundo, aparte de la de Shakespeare, en nuestro medio es prácticamente desconocida.

La novela de Genji es uno de esos libros que, como Beowulf, se conservan de milagro. Y disponer de dos ediciones en español (Atalanta y Destino) no deja de ser también providencial, ya que el primer texto completo, con los 54 libros que lo componen, data del siglo XIV y ni siquiera un japonés del común lo podía leer, debido al lenguaje coloquial en que fue compuesto, muy lejano en el tiempo.
Doscientos años después de haber sido escrito, se volvió ininteligible, y, por ello, en 1381 se elaboró un diccionario para entenderlo.

Genji, su personaje, es hijo del emperador y una de sus cortesanas de más bajo rango. Cuando adquiere la mayoría de edad (a los 12 años) se convierte en una especie de donjuán combinado con Humbert Humbert (el protagonista de Lolita), que bate todos los récords de conquistas amorosas, infidelidades y peripecias eróticas; es, simplemente, irresistible para cualquier mujer de la corte.

Hay que ver cómo se lleva a su casa a una niña de diez años para hacerla, sin consentimiento de ella ni de su familia, su esposa: "Y, ante el desconcierto de las sirvientas, se metió en el dormitorio de la criatura. La pobre Shonagon parecía la más confusa de todas.
¿Y si aquel hombre estaba loco? Pero no se atrevió a protestar.
Genji cubrió con la colcha a la niña, que se estremecía como una hoja a merced del viento. Se daba cuenta de que su comportamiento podía parecer extraño, pero se puso a hablarle de cosas que pensaba que podían interesarle, procurando no asustarla.

"-Has de venir a mi casa. Tengo pinturas de todas las clases y muñecas para que juegues con ellas".

Pero Genji no tiene paciencia y, cual lolitero occidental, la hace suya, no obstante que en ese momento estaba casado con la hija de un ministro y tenía en la princesa Rokujo a su amante de planta.

El Japón de Murasaki
El Japón descrito por la autora nada tiene que ver con samuráis ni geishas, tampoco con la costumbre de comer pescado crudo con salsa de soja ni con los poemas llamados haikus ni con la ceremonia del té ni con la filosofía zen, y menos con el arte de disponer las flores, imaginarios de la cultura nipona que aparecen con mucha posterioridad. En cambio, sí se bebía abundante sake y la lucha sumo era practicada por gigantescos montañeses en fiestas religiosas

La Kyoto de Murasaki es descrita como una inmensa cuadrícula de cinco kilómetros de largo por tres de ancho, encerrada por una muralla de dos metros, que tenía dieciocho puertas de acceso, incluida la después famosa de Rasho Mon. Estaba atravesada por nueve avenidas arborizadas tan amplias como los campos Elíseos.

Por ellas transitaban carruajes tirados por bueyes, aunque también había canales por donde se deslizaban barcazas, que eran como los taxis de la época. Todas las casas estaban hechas de madera y papel grueso, flanqueadas por jardines. No había paredes interiores y los lechos de las señoras estaban rodeados por cortinas casi transparentes. Las criadas dormían a su alrededor, en el suelo.

Ventanas con celosías de paja permitían mirar hacia el exterior. Heian Kyo, como se llamaba Kyoto en esa época, fue construida entre una montaña y un río, es decir, entre el yin y el yan, seguía el modelo de la capital China, y estaba habitada únicamente por japoneses nobles y familias pudientes. El país estaba gobernado por el clan Fujiwara, que por medio del incesto se aseguraba siempre tener vástagos en el poder; practicaban la poligamia y, eran, prácticamente, los dueños del Japón, a pesar de que ni ejército tenían.

Murasaki retrata un mundo influenciado por el budismo, que creía en el karma y que tenía en el conocimiento del idioma chino un símbolo de distinción. El tiempo era medido por imágenes poéticas: la hora del mono, la hora del toro, la hora del buey, etc., y la poesía era usada como mediadora de las prácticas sociales más refinadas. Todo el mundo memorizaba versos y los utilizaba en los diálogos:

"Myobu se despidió con un poema:

"-La noche de otoño es demasiado breve/ para contener todas mis lágrimas/ por más que el canto de grillo/ insista en romper el silencio.

"Era un poema de despedida al que contestó la abuela con otro:
"-Triste es el canto de los insectos/ entre las cañas,/ pero más triste resulta todavía/ el rocío que cae de las nubes".

Poco se sabe de Murasaki, pero sí lo suficiente como para admirarla sin reservas, porque no debió ser fácil para una mujer del siglo X haber concebido una obra que debió parecer escandalosa.

Fue alguien que recibió buena educación y leyó libros que ni los jóvenes podían entender. En su viudez se puso al servicio de Akiko, una de las consortes del emperador, experiencia que le sirvió para crear el ambiente de su historia. Dejó libros de relatos y una colección de poemas. Al norte de Kyoto, la que se cree que es su tumba es visitada por japoneses y turistas de todas partes, que no dejan de rendir culto a esa mujer tan brillante y adelantada a su tiempo que resulta difícil de imaginar que vivió hace mil años.
Sacado del link: http://www.eltiempo.com/entretenimiento/libros/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-8387105.html

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