¿Cuánto aprendimos del horror?
Cuando trascurrieron 65 años desde aquella mañana en la que los habitantes de Hiroshima comenzaban su rutina, pese a la guerra, y se desplomaba sobre su humanidad y el entorno de la ciudad toda la potencia de la que eran capaces de devolver los átomos de uranio aprisionados, nos preguntamos: ¿cuánto aprendimos del horror?Respuestas hay. Varias, y entre ellas, la lógica y la que no se comprende aún. La primera, que sería horrorosa e imparable una guerra atómica, tal como están los arsenales y los misiles predirigidos. La segunda (que no se comprende), que "conviene tener arsenales nucleares para disuadir a los demás". Se modeló un término que viene de la diplomacia pero más parece provenir de un mundo mafioso: disuasión nuclear. ¿Cuáles "valores" se pretenden defender o preservar pivotando sobre una destrucción asegurada a ambas partes, en esa mutualidad del horror? Todos ellos, todos, se extinguen. El hombre común no halla valor alguno. Nadie gana.
La "guerra fría", esa etapa brevecomparada con las eras que definieron la evolución de la Humanidad, tuvo una inusual significación. La humanidad toda estaba condenada a la "destrucción asegurada" de esa perversa doctrina político-militar.
El martirologio de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki -de ese agosto de 1945- significativamente trocó su horror asaz trágico en un escudo duradero para la humanidad toda. Es la primera vez en la historia de la evolución de las creaciones del hombre, que una de ellas haya suspendido su uso durante 65 años. Ningún otro artefacto bélico fue dejado de utilizar apenas ideado y construido.
Esa paradoja no se compadece con cualquier paralelo que se pretenda con los productos de la tecnología, sea civil o militar. Los avances se aplican. Por ello vale señalar como una peculiaridad digna de análisis socioeconómico y cultural el hecho de la creación del arma nuclear y el camino recorrido desde la hora cero hasta su congelamiento.
Al no responder Japón al ultimátum de rendición incondicional hecho por los aliados, se lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki sendas bombas. Truman deseaba el "no" de Japón para poder realizar la "prueba de campo" sobre ciudades (Kokura, Nagasaki, Niigata e Hiroshima) que con cuidado habían preservado de los bombardeos incendiarios como lo hacían en infernales oleadas sobre suelo japonés, para mejor comprobar la prueba final planeada. Surge una pregunta ¿por qué fueron dos bombas si con una sola era suficiente como para que Japón se diera cuenta de su destino de destrucción total? La respuesta es simple y corrobora lo de "prueba de campo". Una era de uranio y la otra de plutonio. Era menester probar las dos.
Sacado del link: http://www.lagaceta.com.ar/nota/392788/Mundo/Cuanto_aprendimos_horror?.html
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