9 de diciembre de 2009

Barrio Egipto: El barrio más popular, más histórico, pero más olvidado de Bogotá




Esta es la fotografía de la Iglesia del Barrio Egipto, uno de los monumentos históricos de Bogotá, y aquí quiero enviarles dos artículos, para que vayan sabiendo que el barrio Egipto, como barrio histórico, cultural y popular de Bogotá:

La primera información es directamente de la Parroquia de Nuestra Señora de Egipto sobre su reseña histórica:



Además, queremos invitarles a que puedan asitir a las Fiestas de los Santos Reyes, muy tradicionales en el Barrio Egipto, y una de las fiestas más antiguas de Bogotá, para más información, al link del evento   Fiesta de los Santos Reyes 2010 en Barrio Egipto  : http://www.facebook.com/event.php?eid=212697437532

Está también el grupo oficial de las fiestas en Facebook, llamado:  FIESTA DE REYES 2010 en Bogota Templo Egipto: http://www.facebook.com/group.php?gid=217552151380






Si quieren saber más información, pueden ver en estos links, referentes a las Fiestas de los Santos Reyes:
    El siguiente artículo es referente al barrio, es importante que lo sepan, porque entre los problemas que hay en el Barrio Egipto, está la parte de la reconstrucción del barrio:

    EL MAL EJEMPLO DE BOGOTÁ EN EL BICENTENARIO



    El 20 de julio pasado se cumplieron los 199 años del día convencional de la Independencia nacional de Colombia. Por motivos de trabajo, a comienzos de agosto hicimos un recorrido terrestre Riosucio-Cali-Popayán-Bogotá-Medellín-Riosucio. Sin sorpresa (porque es bien conocida la celebración “tardía, a lo pobre y de bajo perfil”, en frase de Armando Montenegro, que lleva a cabo el Gobierno Nacional, una verdadera estafa al pueblo colombiano), confirmamos que a lo largo de los cientos de kilómetros que comunican a las tres principales ciudades del país, no existe indicio alguno que haga pensar que existe aquí un país que en menos de un año estará celebrando los 200 años de su Independencia del Dominio Español, de su Surgimiento como Nación, del paso de la Monarquía a la Democracia,  de la conquista de la Ilustración y del acceso al Libre Mercado. Ni un monumento, ni una valla, ni un pendón, ni un cartel, ni siquiera un grafiti, dan cuenta del Bicentenario en las carreteras del país.
    El Gobierno Nacional convocó hace más de un año un concurso para el logosímbolo de la celebración, en el que participaron cientos de propuestas, pero infortunadamente la imagen ganadora no se ve en ninguna parte de las carreteras rurales ni en las calles, plazas y edificios públicos de las ciudades.
    Se sabe que Cali va a construir la Autopista del Bicentenario y que Medellín tiene en maqueta el Parque Bicentenario (detrás del Teatro Pablo Tobón Uribe), pero aún no empiezan las obras, y en todo caso son proyectos de concreto, donde “Bicentenario” no pasa de ser una etiqueta de ocasión, porque no se corresponde con proyectos ciudadanos conmemorativos en ninguna de esas ciudades.
    Se esperaba que, al igual que Sucre, La Paz, Quito, Ciudad de México, Buenos Aires y Santiago, Bogotá tuviera en el año previo al Bicentenario una importante escenografía del Bicentenario (pendones y telones, esculturas, sede para la celebración, señalizaciones, etc.), como fruto del trabajo de la comisión creada hace un año, aunque había el mal indicio que la celebración bogotana no apareciera destacada en los sitios web del Distrito Capital.
    Por televisión habíamos visto que para celebrar los 199 años de la independencia, la Alcaldía elevó el 20 de julio pasado cerca de 40 globos aerostáticos, con un valor de 3.000 millones de pesos, evento del que no aspirábamos a encontrar ningún rastro en la ciudad (se trataba, al fin y al cabo, de levantar vuelo un solo día). Pero sí era de esperar que la ciudad estuviera repleta de una amplia gama de señales urbanas con motivos alusivos a 2010.
    Además, el Gobierno de la Ciudad, como para resaltar su identidad como gobierno en oposición al nacional, se apartó de la celebración (o mejor, de la no-celebración) oficial del presidente Uribe, como había procedido Ciudad de México, y no sólo creó una Comisión Distrital para el Bicentenario, sino que diseñó su propio logosímbolo, el que a estas alturas debiera ser uno de los elementos visuales más abundantes en la ciudad.
    Con gran sorpresa, ahí sí con asombro y pasmo, encontramos que en lugar de esto, la ciudad se encuentra empapelada con letreros de “Bogotá 2015”, que promocionan la candidatura de esa ciudad para los Juegos Panamericanos de ese año, en disputa con Toronto y Lima. Del logosímbolo de los 200 años no se hallaron huellas. No lo pudimos encontrar en las paredes, pero tampoco en los sitios web de la propia Alcaldía (Ciudad Positiva, IDCT, Samuelalcalde), ni en el archivo de imágenes de Google. Sólo conocemos la imagen que ilustra la carpeta del día de su lanzamiento.
    No se sabe qué es más incomprensible. Si una ciudad que abandona su legado histórico como escenario privilegiado del Grito de Independencia, de la ejecución de los próceres, del nacimiento de la República, sede del estado mayor de la guerra y capital que llegó a ser de tres naciones. O la aventura de un gobierno local que planifica un macroevento continental de masas justo para una época en que la ciudad estará patas arriba con motivo de la construcción del Metro subterráneo, que apenas empieza obras físicas en 2011.
    Claro que no debía haber tal sorpresa. En esta misma página ya habíamos reseñado cómo el doctor Samuel Moreno Rojas, siendo candidato, prometió en su Programa de Gobierno:
    “Celebraremos el bicentenario de la Independencia como un hito histórico para afianzar nuestra identidad colombiana y latinoamericana; así como nuestra independencia, soberanía y derecho a la autodeterminación”
    Pero una vez ganó las elecciones, en su discurso de posesión como Alcalde de Bogotá el 1º de enero de 2008 dejó a un lado la dimensión conmemorativa anunciada y en su lugar planteó un Bicentenario como trampolín para otro proyecto:
     “Y quiero hacer un anunció hoy ante todos ustedes: esta administración pondrá todos los recursos necesarios para que Bogotá sea la sede de los Juegos Panamericanos de 2015. Para lograrlo, aprovecharemos la celebración del bicentenario del grito de independencia como vitrina internacional de la Bogotá positiva”.
    Ahora bien, ya no con sorpresa, sino con tristeza, pudimos constatar que en plenos tiempos de Bicentenario el Gobierno de la Ciudad, elegido desde la izquierda, que se supone más cercana a los intereses populares, en lugar de hacerle un homenaje a los vestigios que sobreviven de la población autóctona bogotana, ejecuta indolente la desintegración territorial, social, cultural y económica del pueblo raso que habita en las laderas del centro de Bogotá, el que desde tiempos de la Colonia ha tenido sobre sus hombros la tarea de hacerle el mantenimiento al Centro Histórico (La Candelaria, que llaman ahora); el mismo que en julio de 1810 se volcó a la plaza mayor a ponerle presión popular a la revolución fraguada por la élite criolla, que de otro modo habría fracasado; el activo pueblo artesano de la mitad del siglo XIX; el pueblo del Gaitanismo y de la Anapo, y finalmente la base clientelar del Frente Nacional.
    Por Dios, cómo es posible que un gobierno del Polo Democrático Alternativo adelante hoy a pasos agigantados la segunda parte de la destrucción del Barrio Egipto, mediante la prolongación de la Avenida Circunvalar de la Calle Sexta hacia el sur, cuya primer tramo ya había arrasado en 1984 con la plazuela del barrio (dedicada a Hermógenes Maza), con su mercado de verduras y con la Carrera Tercera, que constituían los ejes urbanísticos y sociales de sus habitantes. Esto sí es mucha desgracia. Cuántos de los actuales funcionarios que hoy toman las decisiones que arrasan el patrimonio humano y urbanístico de la ciudad antigua habrán participado en las luchas de los habitantes de los Cerros Orientales, desde El Paraíso hasta el Barrio Egipto, en las décadas de 1970 y 1980, contra la construcción de la Avenida Circunvalar, donde no sólo hubo que hacer frente a los empresarios del urbanismo y del progreso, sino también a los militares que querían una vía segura para el Palacio Presidencial, a los piquetes del M-19 que querían establecer una milicia en la zona, a los jinetes de la restauración de La Candelaria y a una Iglesia a la que le fastidiaba su ministerio entre los pobres y que quería (y obtuvo) quedarse con muchas de las casas del barrio. Con razón se dice que no hay cuña que más apriete que la del propio palo.
    Hoy la Secretaría de Gobierno del Distrito adelanta el Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliación, con el propósito de contribuir a una ética del “Nunca Más!”, como la que planteó Sábato en Argentina. Dicho centro albergará la memoria de las violencias, de las guerras, de los desterrados. ¿No será mejor conservar la memoria de la ciudad respetando hoy a estos antiguos habitantes de la ciudad, ahora que todavía están vivos y en su territorio, antes de que se desplacen, y que de su presencia y de su hábitat sólo queden fotografías que en 10 años veremos exhibidas en el Centro de la Memoria del Bicentenario de Bogotá?
    Durante la ceremonia de lanzamiento de los 37 globos del 20 de julio pasado, el Alcalde Samuel Moreno Rojas expresó:


    "Desde cuando empezamos a pensar en la celebración del Bicentenario tuvimos claro que no se trataba de un solo festejo sino de una ocasión inmejorable para reflexionar sobre lo que hemos alcanzado y sobre lo que todavía nos falta por lograr. Comprendimos que se trata de una ocasión para pensar y rescatar el pasado, como fundamento de la Bogotá del futuro, Capital de los Derechos". 


    Todavía es tiempo de entender que sin garantías para la preservación de la integridad de lo que queda del Barrio Egipto (el último componente social y urbanístico vigente del pasado de la capital) es imposible que Bogotá tenga futuro.




    Usted no lo sabe, señor Alcalde, pero la Arquidiócesis de Bogotá, a pesar de la voluntad del actual párroco del Barrio Egipto, ordenó que la parroquia vendiera a particulares las casas que en la década del ochenta fueron donadas para la Iglesia por los viejos propietarios que eran recluidos en el ancianato consrtruido por el padre Fernando Rueda.
    Usted no lo sabe, pero desde hace varios años un empresario, que tiene un establecimiento industrial al interior del sector, ha venido haciéndose a la propiedad de manzanas enteras del Barrio Egipto, en paciente espera de que se consume la destrucción que la Alcaldía promueve y esos terrenos se integren a nuevos desarrollos urbanos para clase media. Muchas veces la gente vende por falsa información de que por tal calle va a pasar una avenida. Por ejemplo, ya compró todas las casas que bordean el callejón colonial que discurre detrás de la iglesia, una verdadera joya que supervive a los tiempos. Y la última adquisición fue un caserón sobre la calle novena B, de 34 habitaciones, habitado por años por decenas de familias pobres, que ahora quién sabe dónde andarán, cuya ausencia se notará en pocos años cuando desaparezca la Fiesta de Reyes por sustracción de su material humano, y que hoy deben estar engrosando listas de desplazados, y hasta las filas de delincuentes o las ollas del Bronx.
    Usted no lo sabe, pero los habitantes del Barrio Egipto llevan meses solicitando infructuosamente que la Alcaldía, el IDU, Planeación, cualquier funcionario del Distrito, suba al barrio y les explique qué proyectos están planeados para ese sector de la ciudad.
    Usted no lo sabe, pero el Barrio Egipto pide a gritos que paren los trabajos de ampliación de la Avenida Circunvalar, que les respeten su ocupación ancestral, sin que usted tenga forma de escucharlos.


    El artículo es sacado del link: http://albicentenario.com/index_archivos/celebracion_colombiana104.html

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