5 de febrero de 2010

Cuento: Una deuda de hace siglos...

En la época colonial, un servidor del Virrey del Nuevo Reino de Granada estaba realizando sus funciones como Contador Real, su labor y su desempeño han sido calificado como de los mejores de todo el Virreinato, tanto fué que las finanzas del Virreinato cada año ganaba más ganancias.

Un día de fiesta, llamaron al Contador Real para que esté por allá, el Contador lo aceptó y celebró la fiesta con un grupo de amigos, pero no se percató que después de la borrachera que tuvo en aquella fiesta, su desempeño y labor días después comenzó a decaer, realizaba sus finanzas y sus trabajos tan incompletos, hecho del cual sus envidiosos compañeros aprovecharon para dar un pretexto al Virrey y acusar el Contador Real por reo traidor ante la Corona Española, esos alegatos dieron resultado a los compañeros y el Contador Real lo encarcelaron por muchos años, hasta su muerte, quedando triste, sin dar una explicación verdadera e implorando a Dios por lo que cometió. Antes de fallecer, el Contador le dijo al cura que aún tenía una deuda con el Virrey y aclaró que no iría ni al cielo ni al infierno, hasta pagar una deuda de ideas que podía mejorar a las finanzas del Virreinato.

Siglos después, una estudiante de historia llamada Elizabeth, estaba investigando y analizando al museo que antes era el antiguo cárcel, pero al momento de realizar sus investigaciones con algunos documentos de importante valor histórico, se sorprende muy asustada al ver al espíritu del Contador llorando, Elizabeth, que tenía algo de miedo por los fantasmas, comenzó en hablar con el espíritu, el contador le pidió que se quedara un momento y le contó todo lo que le pasó; Elizabeth, enterada de lo que sucedió, se le ocurrió una idea y le expresa al espíritu en realizar un documental escrito sobre la economía y las finanzas del Virreinato, idea que le gustó al Contador, quien se alegra y se anima en colaborar, contando con todo loq ue sabía, y hasta aportaba unas posibles soluciones para mejorar la economía.

Meses después, el trabajo de Elizabeth tuvo grandes resultados académicos, hasta obtuvo grandes reconocimientos y honores, pero recordó del espíritu del Contador y al siguiente día, le contó lo que logró y hasta le dió una medalla, en aquel momento el Contador Real se contentó, agradece a Elizabeth por haberle creído y dió gracias a Dios por haber cumplido con esa deuda, con ello se fué al cielo.

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