4 de diciembre de 2010

Artículo: Mishima, el último samurái

Desde Público de España publican esta noticia:

Mishima, el último samurái

Esperaba la muerte como una dulce esperanza", dejó escrito Yukio Mishima (1925-1970) en Confesiones de una máscara, su obra más autobiográfica. El 25 de noviembre de 1970, a los 45 años, la llevó a cabo abriéndose el vientre mediante la práctica del seppuku (o harakiri), forma tradicional en la cultura japonesa del suicidio común entre los samuráis, que lo convirtió en héroe en Occidente y en alguien despreciable para su país. Dejó al mundo una vida extrema y un legado literario de 40 novelas, 18 obras de teatro, 20 libros de relatos, otros tantos ensayos y un filme, Patriotismo, donde el propio Mishima escenificaba su suicidio vestido con el uniforme del ejército Imperial. Como dijo su traductor, biógrafo y amigo, John Nathan, lo suyo era una fascinación erótica por la muerte
Fuera de su país dejó una huella todavía más profunda: "A Mishima le debemos en gran parte el interés por lo japonés suscitado en el último medio siglo en Europa en general y en España en particular", recuerda Manuel Florentín, editor de Alianza y responsable de la Biblioteca Mishima, que estos días saca su artillería en forma de novedades para reivindicar a un japonés que "todavía es más valorado fuera de Japón: nos sigue atrayendo su genialidad literaria unida a su particular vida y muerte". Fue la puerta para los lectores españoles de autores hoy conocidos, desde Kenzaburo Oé a Murakami, pero también de escritores de generaciones anteriores, como el Nobel Yasunari Kawabata y Soseki. "Fue en su momento el autor japonés más conocido y leído", remata Florentín.
Se ha traducido por primera vez su obra fundamental desde el japonés
En primera línea de este "ataque editorial" está la primera traducción directa del japonés de la fundamental Confesiones de una máscara. Su responsable ha sido Carlos Rubio (junto a Rumi Sato), profesor en el CES Felipe II (UCM) y autor de Claves y textos de la literatura japonesa (Cátedra, 2007), el primer manual de literatura japonesa en español. Para Rubio, a Mishima le hubiera gustado el calificativo de maldito. "Pero no creo que lo merezca: era un romántico trasnochado que escribía como los ángeles, un autor corroído por un ideario de exaltación de la muerte juvenil y erótica con la que se identificó", dice y subraya que "es hora de separar al Mishima escritor del Mishima de la muerte espectacular, hora de valorarle como un escritor deslumbrante".
Crecido bajo el ala de una abuela sobreprotectora que le introdujo en la filosofía samurái, amante del teatro y el culturismo, atleta e intelectual, casado y homosexual, maldito y patriota, poeta y guerrero, Mishima "fue un hombre lleno de contradicciones", dice Florentín, para quien su politización se produce en los sesenta, en un Japón de movilizaciones de estudiantes izquierdistas contra la presencia de EEUU. Entonces formó el Tate no kai, la Sociedad del Escudo, un ejército sin armas para defender al emperador y devolverle los poderes perdidos tras la II Guerra Mundial.
"Mishima empieza entonces a galopar hacia su identificación con el guerrero enamorado de la muerte", dice Rubio. Un destino que alcanzó el 25 de noviembre de 1970, cuando, junto a un grupo de fieles, toma el Cuartel General de las Fuerzas de Autodefensa en Tokio. Tras leer un manifiesto en defensa del emperador y la cultura tradicional, se hace el seppuku, ritual que incluía que uno de sus cadetes le diera el golpe de gracia, cortándole la cabeza. Emulaba así, entre otros héroes, a Saigo Takamori, cuya vida fue llevada al cine por Tom Cruise en El último samurái.

Sacado del link: http://www.publico.es/culturas/349849/mishima-el-ultimo-samurai

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