PRIMER FANFIC: SUPERGIRL Y LA FUERZA ENERGÉTICA
Imagen el escudo por DC Comics. |
TERCER
CAPÍTULO: PRIMERA TRAVESÍA A LA TIERRA.
Supergirl, basado del personaje de la Androide 18 de Dragon Ball Z (de Akira Toriyama), hecha por Juan Carlos Quenguan. |
Se preguntarán ¿a dónde
llegó el Omegahedron? Pues bien, hace algunos años el Omegahedron llegó a la
Tierra, tal como pronosticó Zaltar.
En uno de los parques
naturales cerca de Smallville, una pareja de jóvenes universitarios acamparon a
orillas de un río, desde allí realizaron silenciosamente sus lecturas de obras
literarias, compartiendo experiencias. Ambos querían saber más allá de la vida
existente.
Cuando la universitaria leía,
su novio la contemplaba.
-¿Por qué no experimentamos
como el resto de los jóvenes?– curioseó el joven.
-Porque no quiero tener esa
clase de locuras en rumbas, cantar canciones de rock, o burlar de las tonterías
que hacen los profesores; por lo tanto, esas locuras no van conmigo– refutó la
señorita, concentrada en su lectura –siempre me ha gustado la magia, los mitos,
las leyendas y todo lo oculto-.
-Pero Selena, por lo menos
podemos disfrutar igual que ellos– sugirió el joven juguetón, sacando
lentamente las llaves del automóvil, puesto que ella era la propietaria de
dicho auto -¿por qué no jugamos algo, por ejemplo, buscar algún objeto?-.
-Por favor Nigel– objetó Selena
–yo no tengo ganas de jugar, además, debemos que preparar para el examen de
mañana en la universidad-.
Cuando Nigel quería matar el
tiempo con Selena, ambos vieron que algo salió de las aguas del río, como si
fuera una bala, provocando a que ambos salieran corriendo. Un objeto esférico y
brillante cayó en uno de los platos de comida. Al ver lo que estaba cayendo,
Selena se fascinó.
-¿Qué es eso?– curiosa, la
chica cogió el objeto esférico, comenzando a resplandecer en frente de ella.
Selena se quedó maravillada,
ella y Nigel no dijeron ni una sola palabra en 5 minutos, en ese momento, Selena
sintió que algo fuerte la atraía desde su alma, mientras que Nigel la
contemplaba.
-¿No crees que esta extraña esfera
tiene un poder oculto de magia?– indagó Nigel, pero Selena no reaccionaba, empezando
en preocupar al joven acompañante –Selena, ¿me estás escuchando?-.
-Claro que te escucho– contestó
Selena, quien agregó –pero, ¿no ves? Esto me va ayudar mucho en lo que siempre
he querido experimentar– la ávida contestación de Selena aumentó más la
preocupación de Nigel.
-Si quieres, nos vamos de
una vez – aconsejó Nigel de manera pícara, sin que Selena lo supiera.
Ella aceptó, ambos recogieron
sus cosas y la joven entró al auto; influenciada por la brillante esfera, cerró
la puerta olvidando de Nigel, quien aprovechó para realizar su juego, acercando
a la ventana del auto.
-¿Se te olvidó algo?–
preguntó travieso Nigel.
-No… no encuentro las llaves
del auto– alegó Selena, buscando entre sus objetos personales.
-Te sugiero que si no me das
ese objeto extraño que tienes, no te daré las llaves– Esa frase hizo enojar a
Selena, quien se calmó cuando tocó a la esfera.
Al acercar la esfera hacia
el timón, Selena se maravilló cuando el auto comenzó a encender por sí solo, dejando
callado a Nigel, a quien no lo despidió.
-¡Selena, no te vayas!–
gritó Nigel, extrañado por el raro comportamiento de la joven.
Por la noche, Selena llegó a
su casa llevando consigo la esfera, en ese momento, su aspecto juvenil se
transformó al de una mujer madura en un instante. Sin avisar a sus padres, se
encerró en su alcoba para comenzar en hacer hechizos a escondidas.
Al paso del tiempo, los
familiares de Selena se sorprendieron cada vez más por la actitud tan cambiante
de la joven, quien día tras día empezó a planear sus asuntos: para conseguir
riquezas, o para querer dominar el mundo; aunque, consideraron que estaba
haciendo locuras sin sentido.
-Algún día… todas y todos
pagarán por lo que me han hecho sentir– pronunció en voz baja Selena desde su
alcoba, acariciando a la esfera.
Años después, Nigel era
profesor de matemáticas del Colegio Femenino, asimismo, era hechicero a disimuladas
para que nadie se enterara; de igual manera, fue a una lujosa casa donde estaba
viviendo Selena, quien a su vez, compartía con su amiga Bianca las pruebas de
hechicería, teniendo amplios conocimientos en las ciencias y las artes ocultas.
Ahora, quiero referir a
otros personajes que están en esta historia, me refiero a Lois Lein y a Jimmy
Olsen, quienes trabajaban en The Daily Planet con Clark Kent (es decir,
Superman).
Clark tuvo que ir, con el
pretexto de realizar un reportaje en África, sin que nadie supiera la verdad en
que Superman iba en una misión, que consiste en ir a los demás planetas,
llevando un mensaje de paz de parte de los habitantes de la Tierra.
Lois realizaba su reportaje
sobre la crisis económica que afrontaba Estados Unidos, mientras Jimmy quería
ir de nuevo a Smallville, puesto que, la secretaria del director pidió que
recogiera algunos objetos personales que dejó en aquel pueblo, además de reclamar
algunas fotos que dejó olvidado Clark en la granja de los Kent, sobre la
celebración de los ex compañeros de preparatoria.
Cuando Jimmy se preparaba
para ir, habló con Lois.
-Lois, necesito hablar
contigo– avisó Jimmy.
-Dime Jimmy– respondió Lois,
quien escribía un artículo.
-Iré de nuevo a Smallville,
pero me gustaría avisar a su hermana Lucy, para poder visitarla – sugirió
Jimmy.
-¿De nuevo quieres estar con
mi hermana?– dudó Lois, un poco enojada.
-Si…- contestó sonrojado
Jimmy.
-Mire señor Casanova– señaló
sarcástica Lois, observando a los ojos del joven -recuerda que eres muy joven
para conquistar a chicas de la edad de mi hermana. Si lo vas hacer, yo te mato
y no lo digo en sentido figurado-.
-Tranquila Lois– Jimmy expresó
con temor –yo no haré ningún daño a Lucy, al contrario, la cuidaré como alguien
más de la familia-.
-Más te vale Jimmy…- advirtió
Lois, dando la bocina del teléfono –avise de una vez, en estos momentos Lucy
está en pleno almuerzo en el colegio-.
Jimmy llamó y habló con
Lucy, la conversación fue corta y amena, después colgó el teléfono.
-¿Qué te dijo Lucy?– inquirió
Lois, escribiendo en su computador.
-Que estará pendiente de mi
llegada– manifestó sonriente Jimmy.
-Pues te deseo buena suerte…
¡ah!– exclamó Lois.
-Sí, que tengo que cuidar de
Lucy…- comentó un poco molesto Jimmy.
-No es eso…- negó Lois -¿supiste
algo sobre Clark en África?-.
-La verdad, no…– respondió
Jimmy –yo creo que se va a demorar, ya sabes que a Clark no le gusta que lo
llamemos cuando está de viaje-.
-Verdad… Ese Clark sí que
sale con sus cosas… Bueno Jimmy, cuide bien de Lucy, pero eso sí, cuidadito en
tener relaciones más allá de ser amigos– advirtió Lois.
Jimmy lo tuvo en cuenta, despidió
de Lois y se fue de viaje a Smallville.
Al fondo del Planeta Tierra,
en las profundidades de las aguas venía la nave donde estaba Kara, quien
revisaba la presencia del Omegahedron con su pulsera, sin embargo, vio algo
luminoso en el fondo oscuro del profundo mar, sintiendo algo extraño con sus
sentidos al percibir poco a poco los rayos del sol. Cerró un momento sus ojos, más
tarde los levantó, conociendo impresionada que su vestido plateado se convirtió
en un traje similar al de portaba su primo.
Cada vez que la nave se
acercaba más rápido, se abrió automáticamente desde las aguas; en ese instante,
Kara miró arriba, levantó lentamente sus brazos y saltó desde la nave con gran
rapidez, saliendo de las aguas; percatando el aire puro del lugar de los
bosques, el mismo lugar que, algunos años atrás, Selena y Nigel notaron sobre
el Omegahedron.
Supergirl, basado del personaje de la Androide 18 de Dragon Ball Z (de Akira Toriyama), hecha por Juan Carlos Quenguan. |
Como Kara no sabía usar sus
grandes poderes, cayó mareada al suelo.
Minutos después, notó todo
alrededor cuando se levantó. Alzó su cabello rubio, observó el piso, cogió una
roca para tocarla, rompiendo fácilmente con su mano derecha. En seguida, sacó
una flor con los pétalos cerrados, fijó su mirada en ella emitiendo rayos de
calor de sus ojos para abrirla cuidadosamente.
La hermosa kriptoniana dio
media vuelta, acercó la flor con su nariz, respiró profundamente sin saber que
se elevaba. Sonriente, dejó sus preocupaciones de lado, brincando de piedra en
piedra, haciendo piruetas en el aire, contrastando con los inmensos árboles del
bosque.
Más adelante, descendió su
vuelo hacia el río para tocar el agua con su mano izquierda, arrancando su alegre
vuelo, cada vez más alto para recorrer montañas, cascadas y praderas.
Estaba feliz apreciando los
vientos de las nubes, de la misma forma, abrió sus brazos emulando el vuelo de un
ave. Pero al sentir la adrenalina y sus poderes, Kara se olvidó de su misión, recorriendo
por el ancho mar hacia el otro lado.
Llegando como un avión a las
costas arenosas, vio de lejos una cordillera de montañas, nevados, árboles y
animales diferentes; miró casas rudimentarias, pequeños pueblos y ciudades. Al
pasar por la sabana al lado de las playas, decidió bajar pisando en un camino polvoriento,
miró que todo era distinto y caminó en ello.
Recordando su misión, revisó
su pulsera para sentir la energía del Omegahedron, a pesar de eso, el resultado
fue negativo. Voló de nuevo buscando un lugar para saber dónde estaba,
encontrando un pueblo pequeño donde se detuvo en medio de la calle principal,
contemplando que estaba desolado. Quería preguntar a alguien, aun cuando no
había respuesta.
Cuando quería reiniciar su
vuelo para seguir buscando, escuchó el llamado de una niña.
-¡Hey! ¡Espera!-.
Kara miró de nuevo a ambos
lados y encontró a una niña de rasgos trigueños.
-¿Quiero saber cómo te
llamas?– preguntó la niña, Kara se impresionó cuando le hablaba en un idioma
diferente, aunque podía entenderla.
-Me llamo Kara– respondió la
joven, arrodillándose para ver a la niña -¿y tú cómo te llamas?–.
-Tania– contestó la niña.
-Tania… ¿tú sabes cómo se
llama este pueblo?– preguntó cariñosa Kara.
-Se llama El Salado– indicó
Tania, un poco nerviosa.
-¿Conoces una ciudad que se
llama Metrópolis?– preguntó Kara.
-La verdad… no la conozco,
es la primera vez que escucho ese nombre– negó Tania.
Kara no sabía qué hacer, se
mostraba perdida, de repente una señora gritó atemorizada a Tania.
-
¡Tania! ¡Ven para acá! – el grito hizo
reaccionar a la niña.
Tania corrió a donde estaba
la señora, dejando extrañada a Kara quien examinaba a los habitantes del pueblo,
refugiados en sus casas, temerosos que les podría ocurrir algo malo. La niña
llegó a donde estaba la señora.
-¿Qué haces afuera?– cuestionó
enojada la señora -¿No te das cuenta que es peligroso hablar con extraños?-.
-Si mamá, pero ella está
buscando una ciudad– cuando Tania confesaba, su madre avisó al resto de los
lugareños a que salieran.
La mayoría salieron pavorosos,
algunos sacaron palos y machetes. Al verlos, Kara no entendía lo que estaba sucediendo.
-Disculpa, me encuentro
perdida, quiero saber ¿dónde queda la ciudad de Metrópolis?– los habitantes del
pueblo no quisieron responder, pensaban que era un engaño para matarlos. Como
no obtuvo ninguna respuesta, Kara suplicó: -Es cierto que tienen temor, pero vengo
tranquilamente en son de paz-.
-Si es así señorita, ¿por
qué no regresa de donde vino? – discutió uno de los habitantes.
-Porque no sé en dónde estoy–
reveló sincera Kara.
-¿Has venido de los grupos
armados para masacrarnos?– interrogó otro habitante.
-Para nada– manifestó
atónita Kara – ¿a cuáles grupos se refieren? No entiendo-.
-Nos referimos a los paracos,
guerrilleros, narcos, militares y policías– explicó la madre de Tania –además,
tememos que usted sea una de ellos– todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a
protestar.
Como Kara no encontró
respuesta de ellos, no tuvo más remedio que reiniciar su vuelo buscando otro
lugar, sin embargo, un grupo de niños y jóvenes corrieron y gritaron.
-¡No te vayas!– Al escucharlos,
los adultos se enfurecieron y les increparon, advirtiendo cualquier clase de
castigos. Kara aún estaba confundida.
-¿Tienes el mismo traje de Superman?–
indagó un joven.
-Si…- contestó Kara.
-¿Y tienes los mismos
poderes que él posee? – insistió el mismo joven.
-Así es– la afirmación de
Kara generó gran sorpresa a los niños y a los jóvenes; ella preguntó al joven:
-¿Cómo te llamas?-.
-Edwin, un ferviente admirador
de Superman, me gustaría que él viniera para acá a defendernos de esos
delincuentes-.
-Te confieso que soy prima
de él– al momento de reconocer Kara, los niños se maravillaron pero a los
adultos les irritaron más.
-¡Esa señorita está loca!
¿Acaso quiere burlarse de nosotros? – vociferaron algunos de los habitantes.
-Sé que ustedes no tienen
confianza en nadie, pero por lo menos créame, porque lo que digo es la verdad– alegó
serena Kara.
No obstante, los habitantes
se alarmaron cuando escucharon la llegada de siete camperos modernos, en cada
campero venían varios hombres armados.
-¡Son los paracos!
¡Escóndanse todos!– el grito de uno de los jóvenes hizo correr desesperadamente
a todos los habitantes a esconder en sus casas.
La señora sacó a Tania en
sus brazos y Edwin quedó al lado de una Kara involucrada. Los hombres que
venían camuflados de militares de manera vulgar se pillaron en ver a la bella
joven rubia y al joven en medio de la calle.
-Vaya, vaya… ¿Qué tenemos ahí?
¿Una turista disfrazada de Superman en este pueblito?– curioseó el comandante
de aquel grupo, fumando tranquilamente un cigarro. -¿Puedo saber señorita el
motivo de su valiosa visita en este feo y arruinado lugar?-.
-¡Puede ser feo y arruinado,
pero ustedes son unos lobos hambrientos de poder!– gritó Edwin.
-Deje de lamentar chiquillo,
¿O quieres que te reclute en nuestro glorioso grupo de valientes? – insinuó
burlón el comandante.
-No es bueno que convenzas
de esa manera al joven– indicó Kara al comandante.
-Bien, bien, hablas en
nuestro idioma– sonrió el comandante, preguntando sensualmente: -¿Por qué no te
unes y te diviertas con nosotros? Puedo darte grandes lujos y riquezas-.
-Me da pena con usted, pero
vine en una misión, en el cual su grupo no podrá ayudarme– rehusó Kara,
añadiendo – ¿Por qué no entrega sus riquezas a los habitantes de este pueblo?-.
-¡AAAAHHH! ¿Con qué no te gustó
mi oferta?– Exclamó disgustado el comandante –Si no quieres aceptar mi
propuesta a las buenas, entonces te convenceré a las malas– a su vez llamó a
tres de sus hombres para que la atrapara.
Ellos bajaron del campero
sin llevar armas para caminar a donde estaba la joven, pero Edwin se interpuso
en medio para interrumpir el paso, a pesar de eso, ellos lo golpearon tirando al
suelo, en seguida, se acercaron hacia la joven enfurecida y la rodearon.
-Señorita, no queremos
hacerte daño– apuntó uno de los hombres.
El trío caminó lentamente
alrededor de ella, con un apetito de acoso.
-Dígame la verdad, ¿ustedes
quiénes son?– inquirió Kara, observando a cada uno.
-Somos integrantes del
cuerpo de las Autodefensas, si quieres, puedes formar parte de nosotros– reveló
el segundo hombre, mirando de pies a cabeza a la chica.
-No me interesa formar parte
de ustedes– rechazó Kara en forma tajante.
-¿En serio? Entonces
aténgase a las consecuencias–.
Al momento de decir, el
tercer hombre se acercó lentamente para tocarla y besarla; sin embargo, ella cogió
el rostro de aquel hombre con su mano derecha y lo apretó, causando lesión con
gemidos de dolor, después lo lanzó tumbando de una vez al segundo compañero.
Todos se quedaron anonadados,
los niños comenzaron en aclamar.
El primer hombre, al ver temeroso
a sus compañeros caídos, sacó una navaja de su pantalón, acercó a Kara con
cuidado; pero ella al ver la navaja, emitió rayos de calor de sus ojos hacia el
arma, causando un fuerte ardor en la mano derecha de aquel hombre quien dejó
caer la navaja, éste reaccionó atacando a donde estaba Kara para matarla, al
contrario ella reaccionó, pateando con su pie derecho al rostro de aquel hombre,
lanzando por encima de los demás compañeros inconscientes.
Supergirl, basado del personaje de la Androide 18 de Dragon Ball Z (de Akira Toriyama), hecha por Juan Carlos Quenguan. |
Enardecido, el comandante
tiró su cigarro al piso, ordenando a sus hombres.
-¡Abran fuego!–.
Tras ver a los 200 hombres
alistando sus ametralladoras, Kara se alarmó por Edwin quien estaba en el piso
inconsciente; al momento que ellos dispararon, corrió con una extraordinaria velocidad
para sacar a Edwin del suelo y en milésimas de segundo lo llevó a donde estaban
escondidos los habitantes.
-Cuidan al joven, por favor–
los habitantes comenzaron en confiar en Kara, quien fue de frente a los hombres
armados.
Los camuflados dispararon
con sus armas, pero las balas no afectaron a Kara, quien tranquilamente cruzó
sus brazos.
-¿Eso es todo lo que tienen?–
provocó Kara a los hombres armados.
Los tiroteos se hicieron más
frecuentes hacia la chica, lanzaron granadas y dispararon morteros, a pesar de
todo, Kara seguía tranquila. Al disparar una bala del mortero, ella cogió con
su mano izquierda con agilidad, luego dobló con sus manos y botó por un lado.
Era el turno de la kriptoniana,
quien dio un gran soplo formando un fuerte remolino, del cual dejó volando a la
mayoría de los hombres; en seguida dio grandes saltos, golpeando a todos en
forma de artes marciales con bastante velocidad, dejando en pie al comandante inmóvil,
sin saber qué hacer viendo a sus hombres tirados en el piso, más adelante vio
de frente a Kara, quien lo alzó arriba con su mano derecha.
-¿Qué vas hacer?- interrogó
Kara – ¿Dejarás vivir tranquilas a todas estas personas?– el comandante aceptó
la sugerencia.
Kara tiró al comandante, al
mismo tiempo, con una larga cuerda que estaba en uno de los camperos, amarró a
todos los hombres en círculos con una asombrosa agilidad, atando al final en
uno de los grandes camperos para colocarlos todos dentro de él.
Los habitantes se alegraron,
por eso, entre llantos y aplausos gritaron con júbilo el acto heroico de Kara,
los niños y los jóvenes corrieron para abrazarla, quien los recibió con una
sonrisa en su rostro.
-Gracias Kara– agradeció
Tania.
-Qué bueno que formas parte de
la familia de Superman– expresó emocionado Edwin.
-Gracias por sus mensajes,
pero ahora tengo que llevar a estos delincuentes ante las autoridades– indicó
Kara, quien preguntó a los habitantes: -¿Dónde habrá un puesto militar más
cercano?-.
-Está a unos 30 kilómetros
al nororiente de este pueblo – respondió uno de los habitantes.
Cuando Kara estaba lista
para llevar a los hombres, Tania interrumpió.
-¿Qué pasará con nosotros?-.
-Tranquila Tania, convenceré
para que ayuden al pueblo– reveló Kara, añadiendo a los demás: –Vendré pronto
con una respuesta, confíen en mí– dicho eso, Kara alzó el campero con sus manos
y lo llevó volando rumbo al batallón.
No muy lejos del pueblo, en
un batallón militar, uno de los soldados vio sorprendido que llegaba de los
cielos un campero, llevado por una persona quien volaba.
-Un momento, ¿ese quien
viene no es Superman…?– Sobó sus ojos y tomó los binoculares para ver más claro:
–no es él, es una chica con un traje idéntico, voy avisar a mi capitán-.
El soldado circuló y avisó
al capitán, quien al escuchar, lo tomó como una broma.
-Por favor soldado, ¿estás
alucinando?– preguntó el capitán.
-Es cierto mi capitán, si
quieres, compruebe usted mismo– contestó nervioso el soldado.
-Bueno, voy a ver, pero si
no es cierto, de castigo tienes que hacer 100 flexiones de pecho y dar 10
vueltas alrededor de la cancha– advirtió el capitán, quien con otros cinco
soldados se acercaron a la ventana y se impactaron en ver a la chica quien volaba,
llevando el campero.
Kara, al ver la base, aterrizó
en la mitad de la cancha, dejando el campero lleno de los 200 hombres
amarrados.
-No lo puedo creer…- se asombró
el capitán, quien corrió junto con los soldados hacia la cancha en donde estaba
Kara.
Todos se maravillaron al ver
a la hermosa chica, quien demostraba los mismos poderes de Superman.
-Disculpe, ¿Quién está al mando
de este batallón?– indagó Kara.
Todos se quedaron estáticos
y mudos, la joven insistió.
-Es importante, porque
capturé a estos 200 hombres, quienes dicen ser de las Autodefensas, con ellos
está el comandante quien lideraba– ante las palabras de Kara, el capitán caminó
al campero y reconoció los rostros.
-Pero si éstos son los que
estábamos buscando, ellos tienen orden de captura por narcotráfico, homicidio y
secuestro– en seguida, el capitán se volteó y miró a Kara – ¿usted misma acabó
con este gran número de hombres?– Kara respondió acertadamente con su rostro.
-Los encontré cuando atacaron
a un pueblo que se llama El Salado– manifestó Kara, no obstante, el capitán dudó.
-Pero nosotros patrullamos
ese pueblo y lo encontramos vacío-.
-Se equivoca capitán– negó
Kara –los habitantes de aquel pueblo han perdido la confianza en ustedes– y
añadió –es importante que vayan a ese pueblo, porque ellos necesitan ayuda
médica, alimentaria y presencia de seguridad de manera urgente-.
El capitán ordenó a sus
soldados para que llevaran a los malhechores, al mismo tiempo, pidió a Kara que
se quedara un momento y fue a una cabina de telecomunicaciones para hablar con
el comando central del ejército.
Después de contactar, fue a
donde estaba Kara.
-Señorita, lo que nos
solicitas es urgente, por ende, me dieron la orden para que enviemos ayuda
humanitaria de inmediato, de hecho, tendremos nuestro personal listo para ir al
pueblo-.
Más tarde, el personal
médico y militar se montó en los cuatro helicópteros, los demás se quedaron en
el batallón, haciendo una despedida con gesto militar a Kara, quien emprendió
su vuelo, agradeciendo con el mismo gesto militar y guió a los helicópteros
rumbo al pueblo.
Dos horas después, los niños
divisaron la llegada de Kara, acompañada de los helicópteros que venían, los
niños se alegraron y avisaron a todos los habitantes del pueblo:
-¡Allí viene Superchica!-.
Todos los habitantes
salieron a las calles, vieron a Kara saludando y se alegraron; mientras ella
aterrizaba, haciendo señas a los helicópteros para que descendieran de manera
segura en el pueblo. Los militares bajaron, llevando alimentos; lo mismo
hicieron los médicos para realizar atención hospitalaria, posteriormente,
inspeccionaron el pueblo y trataron bien a los habitantes.
Tania y Edwin se acercaron
alegres hacia Kara.
-No sé cómo agradecerte
amiga– dijo Tania –definitivamente si cumpliste con la promesa-.
-Y lo hice Tania– reconoció
Kara –espero que con esto sirva al pueblo para que tenga confianza en las
autoridades-.
-Gracias Kara, o deberé
llamarte Superchica– expresó Edwin, dejando impresionada a Kara –porque nos
salvaste del abandono y del miedo-.
-¿Cómo me dijiste?
¿Superchica?– preguntó sonriente Kara.
-Sí y no me arrepentiré de
lo que te llamé– al momento en que Edwin revelaba, Kara abrazó con cariño a
ambos niños en forma de agradecimiento, a continuación, fue a donde estaban
todos los habitantes, militares y médicos:
-Es importante decirles que prometí
y cumplí, pero tengo una misión importante del cual vine, por eso debo ir, pero
nunca los olvidaré– al decir, todos aplaudieron a Kara, a quien le surgió un
interrogante: -Ahora quiero saber, ¿dónde queda la ciudad de Metrópolis?-.
-Metrópolis queda en los
Estados Unidos, al norte de este pueblo, pasando por el Mar Caribe– indicó el
capitán, a quien se le ocurrió regalar a Kara una brújula: -con esta brújula,
podrás encontrar el norte en la dirección de la flecha, espero que la uses bien
para que puedas ir a todos los lugares de la Tierra-.
Kara aceptó, lo cogió y al
momento de elevar, se volteó y con su mano derecha, se despidió de todos.
-¡Gracias a todos!–.
-¡Gracias Superchica!– expresaron
todos los habitantes.
-¡Espero que nos encontramos
algún día no lejano Kara!– gritó Tania.
Kara consintió con una
sonrisa en sus labios, emprendiendo su vuelo al norte, viendo la brújula para
orientarse.
Ella salió del pueblo
denominado El Salado, ubicado en el norte de Colombia; pasando por el Mar
Caribe con velocidad supersónica rumbo a los Estados Unidos.
Llegando las primeras horas
de la noche, Kara llegó a los Estados Unidos, averiguó con su pulsera,
sintiendo poco a poco la energía del Omegahedron, en seguida, fue hacia la
ciudad de Metrópolis, en donde se sorprendió de ver la cantidad de luces y de grandes
rascacielos.
Como no pudo sentir la
energía del Omegahedron, llegó en un bosque a fueras de Metrópolis, para
descansar de su búsqueda por la fuerza energética.
Escrito
inicialmente el día miércoles, 13 de enero de 2010.
Editado
para el Sitio Bagatela el jueves, 13 de
mayo de 2010.
Primera
corrección: jueves, 12 de enero de 2012.
Segunda
corrección: lunes, 29 de octubre de 2012.
Tercera
corrección: viernes, 23 de mayo de 2014.
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