13 de mayo de 2010

Supergirl y La Fuerza Energética, Capítulo III



PRIMER FANFIC: SUPERGIRL Y LA FUERZA ENERGÉTICA

Imagen el escudo por DC Comics.

TERCER CAPÍTULO: PRIMERA TRAVESÍA A LA TIERRA.

Supergirl, basado del personaje de la Androide 18 de Dragon Ball Z (de Akira Toriyama), hecha por Juan Carlos Quenguan.

Se preguntarán ¿a dónde llegó el Omegahedron? Pues bien, hace algunos años el Omegahedron llegó a la Tierra, tal como pronosticó Zaltar.

En uno de los parques naturales cerca de Smallville, una pareja de jóvenes universitarios acamparon a orillas de un río, desde allí realizaron silenciosamente sus lecturas de obras literarias, compartiendo experiencias. Ambos querían saber más allá de la vida existente.

Cuando la universitaria leía, su novio la contemplaba.

-¿Por qué no experimentamos como el resto de los jóvenes?– curioseó el joven.

-Porque no quiero tener esa clase de locuras en rumbas, cantar canciones de rock, o burlar de las tonterías que hacen los profesores; por lo tanto, esas locuras no van conmigo– refutó la señorita, concentrada en su lectura –siempre me ha gustado la magia, los mitos, las leyendas y todo lo oculto-.

-Pero Selena, por lo menos podemos disfrutar igual que ellos– sugirió el joven juguetón, sacando lentamente las llaves del automóvil, puesto que ella era la propietaria de dicho auto -¿por qué no jugamos algo, por ejemplo, buscar algún objeto?-.

-Por favor Nigel– objetó Selena –yo no tengo ganas de jugar, además, debemos que preparar para el examen de mañana en la universidad-.

Cuando Nigel quería matar el tiempo con Selena, ambos vieron que algo salió de las aguas del río, como si fuera una bala, provocando a que ambos salieran corriendo. Un objeto esférico y brillante cayó en uno de los platos de comida. Al ver lo que estaba cayendo, Selena se fascinó.

-¿Qué es eso?– curiosa, la chica cogió el objeto esférico, comenzando a resplandecer en frente de ella.

Selena se quedó maravillada, ella y Nigel no dijeron ni una sola palabra en 5 minutos, en ese momento, Selena sintió que algo fuerte la atraía desde su alma, mientras que Nigel la contemplaba.

-¿No crees que esta extraña esfera tiene un poder oculto de magia?– indagó Nigel, pero Selena no reaccionaba, empezando en preocupar al joven acompañante –Selena, ¿me estás escuchando?-.

-Claro que te escucho– contestó Selena, quien agregó –pero, ¿no ves? Esto me va ayudar mucho en lo que siempre he querido experimentar– la ávida contestación de Selena aumentó más la preocupación de Nigel.

-Si quieres, nos vamos de una vez – aconsejó Nigel de manera pícara, sin que Selena lo supiera.

Ella aceptó, ambos recogieron sus cosas y la joven entró al auto; influenciada por la brillante esfera, cerró la puerta olvidando de Nigel, quien aprovechó para realizar su juego, acercando a la ventana del auto.

-¿Se te olvidó algo?– preguntó travieso Nigel.

-No… no encuentro las llaves del auto– alegó Selena, buscando entre sus objetos personales.
-Te sugiero que si no me das ese objeto extraño que tienes, no te daré las llaves– Esa frase hizo enojar a Selena, quien se calmó cuando tocó a la esfera.

Al acercar la esfera hacia el timón, Selena se maravilló cuando el auto comenzó a encender por sí solo, dejando callado a Nigel, a quien no lo despidió.

-¡Selena, no te vayas!– gritó Nigel, extrañado por el raro comportamiento de la joven.

Por la noche, Selena llegó a su casa llevando consigo la esfera, en ese momento, su aspecto juvenil se transformó al de una mujer madura en un instante. Sin avisar a sus padres, se encerró en su alcoba para comenzar en hacer hechizos a escondidas.

Al paso del tiempo, los familiares de Selena se sorprendieron cada vez más por la actitud tan cambiante de la joven, quien día tras día empezó a planear sus asuntos: para conseguir riquezas, o para querer dominar el mundo; aunque, consideraron que estaba haciendo locuras sin sentido.

-Algún día… todas y todos pagarán por lo que me han hecho sentir– pronunció en voz baja Selena desde su alcoba, acariciando a la esfera.

Años después, Nigel era profesor de matemáticas del Colegio Femenino, asimismo, era hechicero a disimuladas para que nadie se enterara; de igual manera, fue a una lujosa casa donde estaba viviendo Selena, quien a su vez, compartía con su amiga Bianca las pruebas de hechicería, teniendo amplios conocimientos en las ciencias y las artes ocultas.

Ahora, quiero referir a otros personajes que están en esta historia, me refiero a Lois Lein y a Jimmy Olsen, quienes trabajaban en The Daily Planet con Clark Kent (es decir, Superman).

Clark tuvo que ir, con el pretexto de realizar un reportaje en África, sin que nadie supiera la verdad en que Superman iba en una misión, que consiste en ir a los demás planetas, llevando un mensaje de paz de parte de los habitantes de la Tierra.

Lois realizaba su reportaje sobre la crisis económica que afrontaba Estados Unidos, mientras Jimmy quería ir de nuevo a Smallville, puesto que, la secretaria del director pidió que recogiera algunos objetos personales que dejó en aquel pueblo, además de reclamar algunas fotos que dejó olvidado Clark en la granja de los Kent, sobre la celebración de los ex compañeros de preparatoria.

Cuando Jimmy se preparaba para ir, habló con Lois.

-Lois, necesito hablar contigo– avisó Jimmy.

-Dime Jimmy– respondió Lois, quien escribía un artículo.

-Iré de nuevo a Smallville, pero me gustaría avisar a su hermana Lucy, para poder visitarla – sugirió Jimmy.

-¿De nuevo quieres estar con mi hermana?– dudó Lois, un poco enojada.

-Si…- contestó sonrojado Jimmy.

-Mire señor Casanova– señaló sarcástica Lois, observando a los ojos del joven -recuerda que eres muy joven para conquistar a chicas de la edad de mi hermana. Si lo vas hacer, yo te mato y no lo digo en sentido figurado-.

-Tranquila Lois– Jimmy expresó con temor –yo no haré ningún daño a Lucy, al contrario, la cuidaré como alguien más de la familia-.

-Más te vale Jimmy…- advirtió Lois, dando la bocina del teléfono –avise de una vez, en estos momentos Lucy está en pleno almuerzo en el colegio-.

Jimmy llamó y habló con Lucy, la conversación fue corta y amena, después colgó el teléfono.
-¿Qué te dijo Lucy?– inquirió Lois, escribiendo en su computador.

-Que estará pendiente de mi llegada– manifestó sonriente Jimmy.

-Pues te deseo buena suerte… ¡ah!– exclamó Lois.

-Sí, que tengo que cuidar de Lucy…- comentó un poco molesto Jimmy.

-No es eso…- negó Lois -¿supiste algo sobre Clark en África?-.

-La verdad, no…– respondió Jimmy –yo creo que se va a demorar, ya sabes que a Clark no le gusta que lo llamemos cuando está de viaje-.

-Verdad… Ese Clark sí que sale con sus cosas… Bueno Jimmy, cuide bien de Lucy, pero eso sí, cuidadito en tener relaciones más allá de ser amigos– advirtió Lois.

Jimmy lo tuvo en cuenta, despidió de Lois y se fue de viaje a Smallville.

Al fondo del Planeta Tierra, en las profundidades de las aguas venía la nave donde estaba Kara, quien revisaba la presencia del Omegahedron con su pulsera, sin embargo, vio algo luminoso en el fondo oscuro del profundo mar, sintiendo algo extraño con sus sentidos al percibir poco a poco los rayos del sol. Cerró un momento sus ojos, más tarde los levantó, conociendo impresionada que su vestido plateado se convirtió en un traje similar al de portaba su primo.

Cada vez que la nave se acercaba más rápido, se abrió automáticamente desde las aguas; en ese instante, Kara miró arriba, levantó lentamente sus brazos y saltó desde la nave con gran rapidez, saliendo de las aguas; percatando el aire puro del lugar de los bosques, el mismo lugar que, algunos años atrás, Selena y Nigel notaron sobre el Omegahedron.

Supergirl, basado del personaje de la Androide 18 de Dragon Ball Z (de Akira Toriyama), hecha por Juan Carlos Quenguan.

Como Kara no sabía usar sus grandes poderes, cayó mareada al suelo.

Minutos después, notó todo alrededor cuando se levantó. Alzó su cabello rubio, observó el piso, cogió una roca para tocarla, rompiendo fácilmente con su mano derecha. En seguida, sacó una flor con los pétalos cerrados, fijó su mirada en ella emitiendo rayos de calor de sus ojos para abrirla cuidadosamente.

La hermosa kriptoniana dio media vuelta, acercó la flor con su nariz, respiró profundamente sin saber que se elevaba. Sonriente, dejó sus preocupaciones de lado, brincando de piedra en piedra, haciendo piruetas en el aire, contrastando con los inmensos árboles del bosque.

Más adelante, descendió su vuelo hacia el río para tocar el agua con su mano izquierda, arrancando su alegre vuelo, cada vez más alto para recorrer montañas, cascadas y praderas.

Estaba feliz apreciando los vientos de las nubes, de la misma forma, abrió sus brazos emulando el vuelo de un ave. Pero al sentir la adrenalina y sus poderes, Kara se olvidó de su misión, recorriendo por el ancho mar hacia el otro lado.

Llegando como un avión a las costas arenosas, vio de lejos una cordillera de montañas, nevados, árboles y animales diferentes; miró casas rudimentarias, pequeños pueblos y ciudades. Al pasar por la sabana al lado de las playas, decidió bajar pisando en un camino polvoriento, miró que todo era distinto y caminó en ello.

Recordando su misión, revisó su pulsera para sentir la energía del Omegahedron, a pesar de eso, el resultado fue negativo. Voló de nuevo buscando un lugar para saber dónde estaba, encontrando un pueblo pequeño donde se detuvo en medio de la calle principal, contemplando que estaba desolado. Quería preguntar a alguien, aun cuando no había respuesta.

Cuando quería reiniciar su vuelo para seguir buscando, escuchó el llamado de una niña.

-¡Hey! ¡Espera!-.

Kara miró de nuevo a ambos lados y encontró a una niña de rasgos trigueños.

-¿Quiero saber cómo te llamas?– preguntó la niña, Kara se impresionó cuando le hablaba en un idioma diferente, aunque podía entenderla.

-Me llamo Kara– respondió la joven, arrodillándose para ver a la niña -¿y tú cómo te llamas?–.

-Tania– contestó la niña.

-Tania… ¿tú sabes cómo se llama este pueblo?– preguntó cariñosa Kara.

-Se llama El Salado– indicó Tania, un poco nerviosa.

-¿Conoces una ciudad que se llama Metrópolis?– preguntó Kara.

-La verdad… no la conozco, es la primera vez que escucho ese nombre– negó Tania.

Kara no sabía qué hacer, se mostraba perdida, de repente una señora gritó atemorizada a Tania.

-       ¡Tania! ¡Ven para acá! – el grito hizo reaccionar a la niña.

Tania corrió a donde estaba la señora, dejando extrañada a Kara quien examinaba a los habitantes del pueblo, refugiados en sus casas, temerosos que les podría ocurrir algo malo. La niña llegó a donde estaba la señora.

-¿Qué haces afuera?– cuestionó enojada la señora -¿No te das cuenta que es peligroso hablar con extraños?-.

-Si mamá, pero ella está buscando una ciudad– cuando Tania confesaba, su madre avisó al resto de los lugareños a que salieran.

La mayoría salieron pavorosos, algunos sacaron palos y machetes. Al verlos, Kara no entendía lo que estaba sucediendo.

-Disculpa, me encuentro perdida, quiero saber ¿dónde queda la ciudad de Metrópolis?– los habitantes del pueblo no quisieron responder, pensaban que era un engaño para matarlos. Como no obtuvo ninguna respuesta, Kara suplicó: -Es cierto que tienen temor, pero vengo tranquilamente en son de paz-.

-Si es así señorita, ¿por qué no regresa de donde vino? – discutió uno de los habitantes.

-Porque no sé en dónde estoy– reveló sincera Kara.

-¿Has venido de los grupos armados para masacrarnos?– interrogó otro habitante.

-Para nada– manifestó atónita Kara – ¿a cuáles grupos se refieren? No entiendo-.

-Nos referimos a los paracos, guerrilleros, narcos, militares y policías– explicó la madre de Tania –además, tememos que usted sea una de ellos– todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a protestar.

Como Kara no encontró respuesta de ellos, no tuvo más remedio que reiniciar su vuelo buscando otro lugar, sin embargo, un grupo de niños y jóvenes corrieron y gritaron.

-¡No te vayas!– Al escucharlos, los adultos se enfurecieron y les increparon, advirtiendo cualquier clase de castigos. Kara aún estaba confundida.

-¿Tienes el mismo traje de Superman?– indagó un joven.

-Si…- contestó Kara.

-¿Y tienes los mismos poderes que él posee? – insistió el mismo joven.

-Así es– la afirmación de Kara generó gran sorpresa a los niños y a los jóvenes; ella preguntó al joven: -¿Cómo te llamas?-.

-Edwin, un ferviente admirador de Superman, me gustaría que él viniera para acá a defendernos de esos delincuentes-.

-Te confieso que soy prima de él– al momento de reconocer Kara, los niños se maravillaron pero a los adultos les irritaron más.

-¡Esa señorita está loca! ¿Acaso quiere burlarse de nosotros? – vociferaron algunos de los habitantes.

-Sé que ustedes no tienen confianza en nadie, pero por lo menos créame, porque lo que digo es la verdad– alegó serena Kara.

No obstante, los habitantes se alarmaron cuando escucharon la llegada de siete camperos modernos, en cada campero venían varios hombres armados.

-¡Son los paracos! ¡Escóndanse todos!– el grito de uno de los jóvenes hizo correr desesperadamente a todos los habitantes a esconder en sus casas.

La señora sacó a Tania en sus brazos y Edwin quedó al lado de una Kara involucrada. Los hombres que venían camuflados de militares de manera vulgar se pillaron en ver a la bella joven rubia y al joven en medio de la calle.

-Vaya, vaya… ¿Qué tenemos ahí? ¿Una turista disfrazada de Superman en este pueblito?– curioseó el comandante de aquel grupo, fumando tranquilamente un cigarro. -¿Puedo saber señorita el motivo de su valiosa visita en este feo y arruinado lugar?-.

-¡Puede ser feo y arruinado, pero ustedes son unos lobos hambrientos de poder!– gritó Edwin.
-Deje de lamentar chiquillo, ¿O quieres que te reclute en nuestro glorioso grupo de valientes? – insinuó burlón el comandante.

-No es bueno que convenzas de esa manera al joven– indicó Kara al comandante.

-Bien, bien, hablas en nuestro idioma– sonrió el comandante, preguntando sensualmente: -¿Por qué no te unes y te diviertas con nosotros? Puedo darte grandes lujos y riquezas-.

-Me da pena con usted, pero vine en una misión, en el cual su grupo no podrá ayudarme– rehusó Kara, añadiendo – ¿Por qué no entrega sus riquezas a los habitantes de este pueblo?-.

-¡AAAAHHH! ¿Con qué no te gustó mi oferta?– Exclamó disgustado el comandante –Si no quieres aceptar mi propuesta a las buenas, entonces te convenceré a las malas– a su vez llamó a tres de sus hombres para que la atrapara.

Ellos bajaron del campero sin llevar armas para caminar a donde estaba la joven, pero Edwin se interpuso en medio para interrumpir el paso, a pesar de eso, ellos lo golpearon tirando al suelo, en seguida, se acercaron hacia la joven enfurecida y la rodearon.

-Señorita, no queremos hacerte daño– apuntó uno de los hombres.

El trío caminó lentamente alrededor de ella, con un apetito de acoso.

-Dígame la verdad, ¿ustedes quiénes son?– inquirió Kara, observando a cada uno.

-Somos integrantes del cuerpo de las Autodefensas, si quieres, puedes formar parte de nosotros– reveló el segundo hombre, mirando de pies a cabeza a la chica.

-No me interesa formar parte de ustedes– rechazó Kara en forma tajante.

-¿En serio? Entonces aténgase a las consecuencias–.

Al momento de decir, el tercer hombre se acercó lentamente para tocarla y besarla; sin embargo, ella cogió el rostro de aquel hombre con su mano derecha y lo apretó, causando lesión con gemidos de dolor, después lo lanzó tumbando de una vez al segundo compañero.

Todos se quedaron anonadados, los niños comenzaron en aclamar.

El primer hombre, al ver temeroso a sus compañeros caídos, sacó una navaja de su pantalón, acercó a Kara con cuidado; pero ella al ver la navaja, emitió rayos de calor de sus ojos hacia el arma, causando un fuerte ardor en la mano derecha de aquel hombre quien dejó caer la navaja, éste reaccionó atacando a donde estaba Kara para matarla, al contrario ella reaccionó, pateando con su pie derecho al rostro de aquel hombre, lanzando por encima de los demás compañeros inconscientes.

Supergirl, basado del personaje de la Androide 18 de Dragon Ball Z (de Akira Toriyama), hecha por Juan Carlos Quenguan.

Enardecido, el comandante tiró su cigarro al piso, ordenando a sus hombres.

-¡Abran fuego!–.

Tras ver a los 200 hombres alistando sus ametralladoras, Kara se alarmó por Edwin quien estaba en el piso inconsciente; al momento que ellos dispararon, corrió con una extraordinaria velocidad para sacar a Edwin del suelo y en milésimas de segundo lo llevó a donde estaban escondidos los habitantes.

-Cuidan al joven, por favor– los habitantes comenzaron en confiar en Kara, quien fue de frente a los hombres armados.

Los camuflados dispararon con sus armas, pero las balas no afectaron a Kara, quien tranquilamente cruzó sus brazos.

-¿Eso es todo lo que tienen?– provocó Kara a los hombres armados.

Los tiroteos se hicieron más frecuentes hacia la chica, lanzaron granadas y dispararon morteros, a pesar de todo, Kara seguía tranquila. Al disparar una bala del mortero, ella cogió con su mano izquierda con agilidad, luego dobló con sus manos y botó por un lado.

Era el turno de la kriptoniana, quien dio un gran soplo formando un fuerte remolino, del cual dejó volando a la mayoría de los hombres; en seguida dio grandes saltos, golpeando a todos en forma de artes marciales con bastante velocidad, dejando en pie al comandante inmóvil, sin saber qué hacer viendo a sus hombres tirados en el piso, más adelante vio de frente a Kara, quien lo alzó arriba con su mano derecha.

-¿Qué vas hacer?- interrogó Kara – ¿Dejarás vivir tranquilas a todas estas personas?– el comandante aceptó la sugerencia.

Kara tiró al comandante, al mismo tiempo, con una larga cuerda que estaba en uno de los camperos, amarró a todos los hombres en círculos con una asombrosa agilidad, atando al final en uno de los grandes camperos para colocarlos todos dentro de él.

Los habitantes se alegraron, por eso, entre llantos y aplausos gritaron con júbilo el acto heroico de Kara, los niños y los jóvenes corrieron para abrazarla, quien los recibió con una sonrisa en su rostro.

-Gracias Kara– agradeció Tania.

-Qué bueno que formas parte de la familia de Superman– expresó emocionado Edwin.

-Gracias por sus mensajes, pero ahora tengo que llevar a estos delincuentes ante las autoridades– indicó Kara, quien preguntó a los habitantes: -¿Dónde habrá un puesto militar más cercano?-.

-Está a unos 30 kilómetros al nororiente de este pueblo – respondió uno de los habitantes.
Cuando Kara estaba lista para llevar a los hombres, Tania interrumpió.

-¿Qué pasará con nosotros?-.

-Tranquila Tania, convenceré para que ayuden al pueblo– reveló Kara, añadiendo a los demás: –Vendré pronto con una respuesta, confíen en mí– dicho eso, Kara alzó el campero con sus manos y lo llevó volando rumbo al batallón.

No muy lejos del pueblo, en un batallón militar, uno de los soldados vio sorprendido que llegaba de los cielos un campero, llevado por una persona quien volaba.

-Un momento, ¿ese quien viene no es Superman…?– Sobó sus ojos y tomó los binoculares para ver más claro: –no es él, es una chica con un traje idéntico, voy avisar a mi capitán-.

El soldado circuló y avisó al capitán, quien al escuchar, lo tomó como una broma.

-Por favor soldado, ¿estás alucinando?– preguntó el capitán.

-Es cierto mi capitán, si quieres, compruebe usted mismo– contestó nervioso el soldado.

-Bueno, voy a ver, pero si no es cierto, de castigo tienes que hacer 100 flexiones de pecho y dar 10 vueltas alrededor de la cancha– advirtió el capitán, quien con otros cinco soldados se acercaron a la ventana y se impactaron en ver a la chica quien volaba, llevando el campero.

Kara, al ver la base, aterrizó en la mitad de la cancha, dejando el campero lleno de los 200 hombres amarrados.

-No lo puedo creer…- se asombró el capitán, quien corrió junto con los soldados hacia la cancha en donde estaba Kara.

Todos se maravillaron al ver a la hermosa chica, quien demostraba los mismos poderes de Superman.

-Disculpe, ¿Quién está al mando de este batallón?– indagó Kara.

Todos se quedaron estáticos y mudos, la joven insistió.

-Es importante, porque capturé a estos 200 hombres, quienes dicen ser de las Autodefensas, con ellos está el comandante quien lideraba– ante las palabras de Kara, el capitán caminó al campero y reconoció los rostros.

-Pero si éstos son los que estábamos buscando, ellos tienen orden de captura por narcotráfico, homicidio y secuestro– en seguida, el capitán se volteó y miró a Kara – ¿usted misma acabó con este gran número de hombres?– Kara respondió acertadamente con su rostro.

-Los encontré cuando atacaron a un pueblo que se llama El Salado– manifestó Kara, no obstante, el capitán dudó.

-Pero nosotros patrullamos ese pueblo y lo encontramos vacío-.

-Se equivoca capitán– negó Kara –los habitantes de aquel pueblo han perdido la confianza en ustedes– y añadió –es importante que vayan a ese pueblo, porque ellos necesitan ayuda médica, alimentaria y presencia de seguridad de manera urgente-.

El capitán ordenó a sus soldados para que llevaran a los malhechores, al mismo tiempo, pidió a Kara que se quedara un momento y fue a una cabina de telecomunicaciones para hablar con el comando central del ejército.

Después de contactar, fue a donde estaba Kara.

-Señorita, lo que nos solicitas es urgente, por ende, me dieron la orden para que enviemos ayuda humanitaria de inmediato, de hecho, tendremos nuestro personal listo para ir al pueblo-.

Más tarde, el personal médico y militar se montó en los cuatro helicópteros, los demás se quedaron en el batallón, haciendo una despedida con gesto militar a Kara, quien emprendió su vuelo, agradeciendo con el mismo gesto militar y guió a los helicópteros rumbo al pueblo.

Dos horas después, los niños divisaron la llegada de Kara, acompañada de los helicópteros que venían, los niños se alegraron y avisaron a todos los habitantes del pueblo:

-¡Allí viene Superchica!-.

Todos los habitantes salieron a las calles, vieron a Kara saludando y se alegraron; mientras ella aterrizaba, haciendo señas a los helicópteros para que descendieran de manera segura en el pueblo. Los militares bajaron, llevando alimentos; lo mismo hicieron los médicos para realizar atención hospitalaria, posteriormente, inspeccionaron el pueblo y trataron bien a los habitantes.

Tania y Edwin se acercaron alegres hacia Kara.

-No sé cómo agradecerte amiga– dijo Tania –definitivamente si cumpliste con la promesa-.
-Y lo hice Tania– reconoció Kara –espero que con esto sirva al pueblo para que tenga confianza en las autoridades-.

-Gracias Kara, o deberé llamarte Superchica– expresó Edwin, dejando impresionada a Kara –porque nos salvaste del abandono y del miedo-.

-¿Cómo me dijiste? ¿Superchica?– preguntó sonriente Kara.

-Sí y no me arrepentiré de lo que te llamé– al momento en que Edwin revelaba, Kara abrazó con cariño a ambos niños en forma de agradecimiento, a continuación, fue a donde estaban todos los habitantes, militares y médicos:

-Es importante decirles que prometí y cumplí, pero tengo una misión importante del cual vine, por eso debo ir, pero nunca los olvidaré– al decir, todos aplaudieron a Kara, a quien le surgió un interrogante: -Ahora quiero saber, ¿dónde queda la ciudad de Metrópolis?-.

-Metrópolis queda en los Estados Unidos, al norte de este pueblo, pasando por el Mar Caribe– indicó el capitán, a quien se le ocurrió regalar a Kara una brújula: -con esta brújula, podrás encontrar el norte en la dirección de la flecha, espero que la uses bien para que puedas ir a todos los lugares de la Tierra-.

Kara aceptó, lo cogió y al momento de elevar, se volteó y con su mano derecha, se despidió de todos.

-¡Gracias a todos!–.

-¡Gracias Superchica!– expresaron todos los habitantes.

-¡Espero que nos encontramos algún día no lejano Kara!– gritó Tania.

Kara consintió con una sonrisa en sus labios, emprendiendo su vuelo al norte, viendo la brújula para orientarse.

Ella salió del pueblo denominado El Salado, ubicado en el norte de Colombia; pasando por el Mar Caribe con velocidad supersónica rumbo a los Estados Unidos.

Llegando las primeras horas de la noche, Kara llegó a los Estados Unidos, averiguó con su pulsera, sintiendo poco a poco la energía del Omegahedron, en seguida, fue hacia la ciudad de Metrópolis, en donde se sorprendió de ver la cantidad de luces y de grandes rascacielos.

Como no pudo sentir la energía del Omegahedron, llegó en un bosque a fueras de Metrópolis, para descansar de su búsqueda por la fuerza energética.


Escrito inicialmente el día miércoles, 13 de enero de 2010.
Editado para el Sitio Bagatela el  jueves, 13 de mayo de 2010.
Primera corrección: jueves, 12 de enero de 2012.
Segunda corrección: lunes, 29 de octubre de 2012.

Tercera corrección: viernes, 23 de mayo de 2014.

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